31 de mayo de 2013

Protagonista


Creo, fielmente creo, honestamente creo y, desde mis entrañas creo. Que el mayor de mis vicios, es culpable de mis grandes decepciones de la realidad. No es que mi realidad sea  mala, de hecho considero que es mejor y más de lo que esperaba. Sin embargo, creo que hablo un poco más de mi pasado romántico.

Para dejar las cosas en claro, el mayor de mis vicios es leer. Siempre leo, si no es una cosa es otra, releo libros con cierto metodismo. Todos los Marzos de mi vida están impregnados del padre Delaura y de Sierva María de todos los Ángeles, porque si, porque los extraño y porque creo que lo suyo fue amor de otoño. Así sin más.

Soy lectora mayormente romántica y un poco fantástica, no entiendo los cómics, no porque me parezcan insignificantes, sino porque no puedo ponerles YO un rostro a mis protagonistas y debo enfocarme en lo que los dibujantes quieren. Mi imaginación queda anulada y entonces, no me gustan. No me gustan las historias de ciencia ficción o de realidad mística alternativa, porque no sé, digamos y por no seguir discutiendo, que no quiero poner a prueba mi FE.

Pero con las novelas románticas, lo siento, no puedo.

Y ahí mi desgracia.

¡Ay, pobre de ti si te fijaste en una romántica lectora como yo!

Y ¡Ay, pobre de mí por haber leído tanto a personajes románticos!

Me gustaba un chico idiota, y no lo digo por idiota per se, creo que es más por lo altanero y presumido que se volvió en cuanto supo que yo, me había fijado en sus pardos ojos y sus pequeños rizos castaño oscuro que bordeaban su cara. ¡Qué sé yo! El punto, es que se volvió tan orgulloso de sí mismo, que cuando se me declaró —porque obvio lo llegó a hacer—, le dije que no. ¡Que era un estúpido y que debería agradecerme que al menos le contestara su ridícula declaración!

Claro y entonces suena a algo normal. “A ella no le gustaba tanto y lo mandó a volar”…¡FALSO! Claro que me gustaba, claro que me moría por él y claro que me moría de ganas de decirle que sí.

Es sólo que pensé que era Darcy. Que había herido su orgullo un poco y que luego de un tiempo, vendría a mi casa, desesperado por no poder contener sus sentimientos dentro del cuerpo, angustiado de no poder besarme. Y yo…como una digna Elizabeth Bennet, le daría por fin el SI que tanto gritaba mi corazón.
Él no volvió ni siquiera a verme.

Y claro está no me olvido de las noches en vela esperando que el pelirrojo que me ilusionó por primera vez, se diera cuenta que jamás querría a otra como me había querido a mí. Que se casaría pero sería terriblemente infeliz, que esperaría a ser muy, muy, muy, muy viejo  para volverme a buscar y por fin, vivir la historia de amor que por chiquillos e inmaduros no pudimos disfrutar en su momento.

Ahora, ni el HOLA.

Y ni que se diga de mi anormal —porque he de aceptar que es anormal— fijación con el padre Delaura. Eso me sucedió con un amigo, que luego fue mi enamorado. Resultó que a su hermano menor, le gustaba yo. Yo de tonta le dije que sí, me arrepentí a los dos días y le dije que siempre no. Pero el daño estaba hecho, yo ya era la “ex” del hermano. A él le conocí luego  de un par de semanas y aunque la empatía fue inmediata, inmediata también fue la pared que se alzó entre los dos con el temita de “la ex”. Ahí la forma de “amor prohibido” que tanto me gusta de Sierva María y Cayetano.

Escotes en mano, o mejor dicho en pecho, y risas sueltas por todos lados, finalmente conseguí que mi pretendiente de aquel entonces venciera sus miedos y finalmente me pudiera llamar “su enamorada”. No fue poco el costo, su hermano se ofendió y finalmente luego de tanto idilio y poca paz, nuestro romance fue algo así como una fresca brisa en medio de un caluroso mediodía. Y ya.

De nuevo, decepcionada. Yo quería un final trágico, un amor más allá del encierro y de las prohibiciones.

Como el de ellos.

Así sigo. Y podría seguir.

No sé bien qué clase de confabulación hubo cuando nació mi actual —y último, espero— enamorado, sin embargo, y cuando quiere tiene el orgullo cabeza hueca de Darcy, el romanticismo idóneo de Delaura y la paciencia de Florentino Ariza.

Espero que se pueda generalizar y que este defecto mío de querer vivir mi vida romántica como si yo fuera una Daza sea un virus ineludible de quienes, como yo, disfrutamos tanto de un romance bien contado. Si no, estoy grave.


Pero es así, por eso, pido perdón por atrasado —por los ex— y por adelantado —a ti—, si a veces me pongo muy dramática. Es lo que siempre digo —y lo que tengo puesto en la firma de mi correo personal—, “yo habría sido muy feliz siendo un personaje de Austen”.

1 comentario:

  1. Me gusta cómo escribís...lo vi en tu perfil del foro y vine a leerlo. me gustó.

    Leandro Cuevas.

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