1 de mayo de 2013

Marianna - Cap 2


No debí buscarlo, no debí buscarlo y repito, no debí buscarlo. Siempre igual, siempre lo mismo, siempre el mismo tipo con la misma estúpida autosuficiencia. Con las malditas ganas de creer que sabe más que yo de mí. Maldita sea, debí quedarme en cama. ¿Qué más daba a esta altura del partido quedarme en mi torpe cama?

Sus ojos, sus malditos ojos siguen siendo igual de dominantes. ¡Marianna, que estúpida! 

- Ha pasado mucho tiempo —dice sentándose en la vereda de mi casa, sin pedir permiso, sin sonreírme, sin invitarme a sentarme a su lado.

- Si.

Casi cuatro años —cuenta sin voltearme a ver. Siento que estoy vieja para estos juegos, siento que es parte de mi adolescencia y que fui una estúpida por buscarlo. ¿Por qué lo sigo buscando?—. ¿A qué debo el honor?

- Estoy embarazada.

¿Y qué tenía que ver mi embarazo con él? Èl no era el padre, él ni siquiera me había tocado, él no existía más en esta vida. En mi vida. Èl no era parte ya de mi vida, ¿por qué le había buscado? 

Oh, si. Estaba deprimida.

Y estaba tan deprimida que destruía todo a mi alrededor, como siempre. Como cuando tenía once, o catorce, o diecisiete, o dieciocho, o veinte, o veintiuno, o veinticuatro. Por eso lo llamé. Porque él ya no importaba. Ya no pintaba, ya no interesaba y ni siquiera quería vengarme. No tenía yo forma de vengarme de él, porque ya no importaba. Pero si a alguien le tenía que caer toda la mierda de mi depresión era a él.

- ¿Felicidades? ¿Y el flamante papá? —preguntó aún sin verme.

- No lo sabe, ni lo sabrá.

Te vas, ¿no? — sentenció casi sin preguntar. Y yo le sonreí a su espalda — Huyes mi pequeña Marianna, como siempre. 

- Si, huyo. 

Entonces lo supe. Le cogí del brazo para que se pusiera de pie y cuando lo hizo, sonriendo le pegué un cachetazo, y luego otro, no me dio tiempo para el tercero porque cogió mi mano y puso sus ojos sobre los míos. La rabia le brillaba, estaba atónito, no se había esperado todo eso.

- Soy libre —le chillé mientras las lágrimas corrían por mis mejillas—. Ya pasaron diez años, y por fin soy libre. Soy libre de ti.

Soy libre.

Y se va.

Pero está vez no se va porque quiere irse. Se va porque ya no tiene nada que hacer aquí. Nunca sabrá a ciencia cierta el precio tan alto que pagué por confiar en él, alguna vez. Nunca sabrá eso. Pero no importa. Hay cosas que aún se pueden recuperar, personas que aún se pueden recuperar ...y esta vez él no estará para cobrarme nada.

Soy libre.

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