2 de octubre de 2009

Límite

Yo no quiero sonar más desquiciada de lo que seguramente ya sueno, pero he descubierto en mí conductas que se repiten y que me gustan. Me encuentro sobre la delgada línea que separa lo correcto de lo incorrecto, avanzo un pie, me balanceo, sonrío y regreso.

Claro, que no lo hago sola y ya me salió el miedo lógico de toda chica que en el fondo es buena, ¿les estoy haciendo daño? Creo o quiero creer que no, porque no lo hacen conmigo a ciegas, saben en que vórtice extraño de locura los estoy metiendo, no los he engañado para que tengan esta danza extraña conmigo, lo hacen a sabiendas. Y bajo advertencia no hay engaño, ni opción a reclamo.

Pero, ¿soy yo así? Siempre me he congratulado de ser yo sola siempre, para todo lo malo de mi vida. Lo que me sucedió y lo que me provoqué, siempre estuve sola. Pero estoy acompañada y aunque es divertido las veintitrés horas del día con 59 minutos, ahora que me detengo para respirar me lo cuestiono todo.

Claro que sé que la vida no esta dividida entre personas buenas y malas, que eso también tiene su escala de grises, y como siempre dije yo soy un demonio angelical o un ángel travieso, escoja su mejor opción. Pero, ¿me estaré inclinando más hacia mi lado demoníaco permitiendo que otras personas esten en el límite conmigo?

Ahora, dejando el remordimiento atrás he de decir que en estos días me siento más libre que nunca, por fin después de mucho esperar puedo decir que "estoy bien", aunque no esté haciendo precisamente lo correcto. ¡No importa! Total jamás dije que quería ser santa.

5 de septiembre de 2009

Lágrima

Cada que miro atrás sé que no debí hacer ninguna de las cosas que hice ese día, no importa las cosas maravillosas que han resultado de todas las acciones. Me había extralimitado de impulsiva, quería demostrarme que podía ser espontánea y decidí hablarle a un desconocido sentado en una banca en un parque cuaqluiera. Quizá fue que estaba lejos de casa. Demasiado lejos.

Conversar con él se me hizo tan fácil, ninguno de los dos sonrío realmente pero prometimos con solemnidad volvernos a ver al día siguiente. Repetimos esa promesa día con día hasta convertirlos en semanas y meses. Hasta hoy.

Nuestras palabras evolucionaron de la educación a la pasión y de la cortesía al irrefrenable deseo. Sin darnos cuenta nuestras conversaciones asiduas se habían vuelto amor, convirtiendo en cielo todo lo que habitaba a mi alrededor y despertando poco a poco al mounstruo que habitaba, que habita en mí. Era extraño todo, siempre se me había informado que el amor nacía a las caricias y crecía con los besos, se afianzaba con el tacto en los abrazos y ahí estaba yo, enamorándome de sus palabras, perdiéndome siempre en una mirada que no era para mí.

¿Cómo es que me había permitido enamorarme de alguien como Carlos? Estaba demasiado vivo para mí, era además, mucho más dulce de lo que una chica como yo merecía. Quererlo es mirar muy alto y rezar para que él se fije en un punto muy bajo.

- Estás rara hoy Ceci, ¿qué te pasa? —torpemente él intentaba descubrir lo que estaba por hacer.

- Nada, es el frío —contesté aún mas torpe.

Durante meses fuimos cómplices descuidados, sentados en una imparcial banca de parque, incapaces de sacar nuestro romance más allá de los arbustos. Dijo siempre las cosas perfectas para retrasar —sin saberlo— este momento, supo siempre como entregarme las nubes más esponjosas de nuestro cielo creado.

Si pudiera hacerle caso a mis deseos y esperanzas tomaría su rostro entre mis manos y lo besaría por primer vez. Saborearía sus labios como lo que son en mi enferma mente, mi droga no probada. Dejaría mis dedos en libertad para recorrer sus facciones con lentitud tatuándolo en mi memoria.

Le haría el amor sólo besándolo.

- Casi no has dicho nada amor —me dice preocupado mientras mis ojos están clavados en sus labios— ¿estás molesta conmigo?

¿Cómo puede ser tan egoísta de pretender un final feliz con el hombre que tenía alfrente? ¿Cómo pude ser tan inocente de creerme capaz de vencer mi ogro interior?

- No me digas amor.

¡Aléjate de mí! ¡Corre lo más rápido que puedas y olvida la forma de volver a este parque!

Como lo supuse, no entendió mi repentino cambio, ha enfurecido en silencio y ha separado su camino del mío. No tengo porqué quejarme, he sido yo quien lo orilló a todo esto, aunque lo ame. Aunque ver su espalda en este momento alejarse de mí me llene los ojos de lágrimas.

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¿Cuántas lágrimas tiene un ser humano? Para mí, amar siempre significó lágrimas, amor a Carlo significa sonreír. O al menos lo significaba, ahora he vuelto a las lágrimas.

He vuelto a aquella banca en el parque todos los días con la esperanza de encontrarlo vestido de armadura plateada, dispuesto a matar mi mounstruo interior. No ha vuelto.

De cierta forma me alegra descubrirlo inteligente y precavido, no dejando que yo destruya todo lo hermoso que puede ser. Amará otra vez. Amará otra vez y me olvidará.

O no.

Yo amé antes de amarlo a él. Y no olvidé. Aquel amor creó mi mounstruo y sus recuerdos lo alimentan. Pasé de llorar el daño que me hizo a llorar la impotencia que me dejó. Lágrimas, lágrimas, odio las lágrimas.

- ¿No has pensando en decirle que lo quieres?

Pobre Rosa, cree siempre que soy más valiente de lo que le digo. No puedo decir algo que ya sabes, y no puedo sentenciarlo a ceder su amor a la loca que he resultado ser.

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- Si me quedo muy callada, aún escucho tu voz —le confesó antes de acobardarse.

- No sé adónde quieres llegar con eso.

- Y si cierro los ojos muy fuerte puedo dibujar tu rostro. Cuando te extraño mucho me acurruco contra las almohadas y aunque estén frías imagino que son tus brazos.

- Basta.

- Tengo miedo de amarte como te amo y es estúpido porque tener miedo no impide que lo haga. Te amo. Tenerte lejos ha sido lo más sano y enfermizo que hice en toda mi vida y no doy más —le grito que más parece jadeo—, ¡no doy más! Sé que seguiré respirando cuando te vayas hoy pero estoy segura que no querré hacerlo.

- ¡Cállate!

Parecía un milagro de nuestro cuelo el que él haya decidido volver una mañana cualquiera a nuestra banca. Yo estaba rogando porque vistiera armadura para mí, aunque no tuviera derecho a pedirlo.

- Te amo —repetí casi en un jadeo.

Y por primera vez en todos esos meses, no respondió que él también lo hacía. Yo necesitaba que un grito rompiera los tímpanos de mi ogro interno e hiciera explotar sus sesos hasta la muerta. Pero sólo hubo silencio.

Super que no me quedaba mucho tiempo de vida, o de algo que se pudiera llamar así. Supe que todos los recuerdos maravillosos con él no tendrían en mismo efecto, que acabarían torturándome y que, irremediablemente, el tatuaje de su rostro en mi memoria no sería suficiente para sacarme una sonrisa.

Y una lágrima cayó por mi mejilla.

Mi cuerpo reaccionó antes que él pudiera verla y lo besé. ¡Qué tonta! Volverme adicta a algo que jamás podré tener. ¡Qué tonta!

Aterrada por lo que había hecho me detuve y me separé. Salí corriendo del lugar a sabiendas de lo débil que resultaban ahora los latidos de mi lastimado corazón.

- Te amo —susurró él.

No era suficiente. Su silencio anteriror había engrandecio mi fobia tragándose a ambos. Un susurro era incapaz de salvarnos. Yo había huido él me había dejado huir.

Lágrimas.

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Aquel parque tan lejano a mi casa me tortura, me recuerda todas las mañanas que lo he perdido, me hace odiar sus flores y los hojas, me hace salir corriendo cuando apenas han pasado dos segundos de haber llegado. Pero me llama insistente en sueños para que vuelva. ¡Maldito parque!

Malditas esperanzas. Yo aún lo espero, yo siempre lo esperaré.

La distancia me ha vuelto valiente, pero la soledad amenaza con volverme de piedra. Lo único humano que queda de mí son mis lágrimas. Las he comenzado a querer como lo quise a él, quizá aún más, no permiten que lo olviden.

Me susurran mientras bajan por mis mejillas que no estaba loca, que él si me quería. Me dan oxígeno, me dicen que un día volverá.

Sé que no es cierto, sé que sólo puedo amarlo en el recuerdo ahora pero es bonito quererlo así.

A veces le escribo cartas, pero no sé donde está y no las puedo enviar. A veces le digo que lo amo, pero sé que está lejos y no me oye.

A veces me vuelvo loca al dormir entre tantas lágrimas, le oigo decir que falta poco, que ya va a venir.

¿lo extraño?

La última lágrima siempre me responde que pronto dejaré de hacerlo, pero no le creo.

4 de septiembre de 2009

Orgullosa

Hace unos días me sentí realmente orgullosa de mí. Y eso sucede, pocas veces. Quizá demasiadas pocas veces. Pero esta vez además de raro fue especial, sucede que soy la peor para expresarme, a pesar de escribir como desquiciada y todo eso. No soy buena para decir lo que quiero decir sin ser malinterpretada y luego de mucho patalear lo dije.

"Soy yo y con eso encierro mil cosas que no me gustan pero que aguanto"

Esa fue la frase que hizo mi día. Cada vez que hablo de mí lo hago de formas variadas, digo que soy buena chica, que soy divertida, que soy hipersensible, que soy fría, que soy sarcástica, que soy voluble, que soy apasionada, que soy maniática. Lo que jamás digo es que no me gusto siempre. Lo que digo siempre es que yo en lugar de personalidad tengo un milshake de emociones, cualidades y defectos.

A quién le guste, bacán; y a quién no ...pues con la pena. Pero a la persona a la que menos le he gustado en el mundo ha sido a mi misma. Y eso esta mal ¬¬'

No digo que tenga que amarme, pero aceptarme sería un buen primer paso.

Entonces conocí a este chico por internet, como casi todas las amistades que he conseguido en los últimos tres años. Y básicamente la conversación fue así:

Hombre: Y, ¿cómo eres?
Yo: ¿físicamente o emocionalmente?
H: mmm ¿físicamente?
Y: Horrible, tengo tres ojos y dos bocas. No te gustaría.
H: jajaja como hablas así de ti, que mala.
Y: es la verdad.
H: bueno, ¿y cómo es tu personalidad?
Y: Un desastre, soy temperamental, desordenada, molestosa, sarcástica y últimamente hasta antisocial.
H: que baja autoestima tienes.
Y: No, no dije que tuviera baja autoestima.
H: pero hablas muy mal de ti.
Y: Puede ser, pero soy honesta y lo reconozco, no me vendo de algo que no soy.
H: ya pero es raro que primero digas tus defectos.
Y: ¡Ves! Ahí está el problema, yo no dije que fueran defectos. No salí de una fábrica, son debilidades de mi personalidad, pero no son defectos.
H: no te entiendo.
Y: Soy yo y con eso encierro mil cosas que no me gustan pero que aguanto.
H: si no te gustan ¿por qué no las cambias?
Y: Porque dejaría de ser yo.
H: pero te hacen una mala persona.
Y: Yo no soy una mala persona. Soy humana.
H: Deberías cambiarlas, te sentirías mejor contigo misma.
Y: Si las cambiara, dejaría de ser yo y me volvería una más del montón. Me gusta ser única.
H: Eres rara.
Y: No eres el primero que lo dice.


Y luego conversamos cinco minutos más, tuvo que irse. No se ha vuelto a conectar, pero como sea, me dio el momento orgulloso del mes. Soy rara y tengo cosas que nadie entiende, ni siquiera yo. Cosas que me enfadan de mi y que me encantaría quitármelas como quien se extirpa un riñón pero, estoy tan acostumbrada a ciertos detalles de mí que no sé si podría vivir sin ellos.

Hace mucho no me aceptaba. Se siente bien. Debería intentarlo más a menudo.

8 de agosto de 2009

Se extraña...

Se extraña que sea sábado por la noche y este sacada de quicio porque mis amigos tienen por bandera la impuntualidad y no saben diferenciar "un minuto tarde" a "una hora tarde". Cuando por fin llegan me encuentran que a pesar de todo el tiempo extra aún no decidí que color de labial ponerme que combine perfecto con la cinta de la camiseta que casi no se ve ...se extraña.

Extraño no saber si ponerme falda corta para que Miguel me vea las piernas o usar la camiseta escotada para que Pablo se ponga de ojos locos.

Se extrañan las noches dónde sólo importaba llegar el lunes a decir con quién hubo un buen beso, magreo y todo el rollo ...esquivar la resaca dominical y decir: ¡Genial, tengo hígado de hierro!

Ahora todo es complicado, hay que ver si el tipo te quiere, que no lo lastimes, que no te lastime, no vestirse muy puta porque no te toman en serio ...no vestirse muy seria porque quieres ser puta por una noche.

Con todo lo que se extraña de un sábado por la noche sin ser humana ...dejé de salir los sábados.

2 de agosto de 2009

Irrelevante

Me pregunto muchas veces qué tanto quería yo a mis amigos de colegio. En el salón éramos cuarenta y dos alman, doce chicas y treinta chicos, lo sé, para nada equilibrado. Me sabía los nombres completos de todos, sabía los teléfonos de más de la mitad y en mi slam (cuaderno de preguntas) habían firmado todos con algo lindo que decir de mí. Sólo discutí con una de ellas en tercero de secundaria al punto de jalarnos de las greñas y dejé de hablar con mi "mejor amiga" durante casi dos semanas en quinto.

Ahora cuando nos juntamos para reuniones apenas llegamos a ser quince y creánme, estoy exagerando. Quedamos apenas tres chicas, a veces cuatro. Eso si, sé que los que tengo seguirán a mi lado siempre y que recordaré a los que casi no veo con mucho cariño por todas las risas que me regalaron y provocaron durante los tres años que conviví casi a diario con ellos.

La línea donde ponía a mis mejores amigos nunca me alcanzaba y para mí todos tenían algo positivo en sus personalidades. Salí hace seis años de ahí y en mi msn actual apenas tengo a ocho del cole. ¡Extraño el cole! Además del clásico "todo era más fácil", también esta el hecho de sentirme acompañada físicamente siempre. Esperar con ansias el recreo de quince minutos para decirle al novio de mi amiga que la esperé a la hora de salida, esperar al segundo para saber la respuesta.

¿Qué tanto se quiere a un amigo que pasa de ser una costumbre diaria a alguien que habita sólo en recuerdos? ¿Por qué un amigo se vuelve un recuerdo? ¿De cuántos amigos míos seré yo un recuerdo? ¿De cuántos amigos dejé de ser un recuerdo?

Definitivamente yo no sirvo para querer, todo se me complica, el amor, la amistad, pffff

Mi mayor y más secreto temor se está materializando sin que me dé cuenta. Me estoy convirtiendo en una página no tan importante del libro de la vida de muchos, y en algunos casos estoy segura que ni a párrafo llego. Lo sé, suena demasiado egocentrista esperar que el mundo me amé y punto.

Quizá algo especial tenga este Domingo que me haga sentir así de irrelevante. ¿Cuántos de mi amigos de cole realmente me querían? ¿Cuántos de los que llamo amigos me quieren?

Seguramente los que crea que sí dirán que no, y gente que a veces ni tomo en cuenta dirán que sí. Porque claro, la vida es experta en ironías e injusticias. Cosas que no tienen buena balanza.

25 de julio de 2009

Suya

Hay quiénes dicen que una de las frases más díficiles de pronunciar es "Te amo", y si, lo es. Pero no es la peor, bueno, no desde mi punto de vista que se ha visto muchas veces tachado de erroneo, así que sería mucho más que comprensible que nadie estuviera de acuerdo conmigo en esto.

Para mí la frase más complicada es una sencillita que sale muy fácil de los labios, "soy tuy@". Muchas parejas de demoran meses en decirse "te amo", pero no esperan tanto por asegurar que son de la otra persona, aunque eso implique más. En mi caso particular, jamás dije lo segundo. Y no por tener conciencia de lo que estaba comprometiendo si lo decía, supongo que no hice porque pues, a veces tiendo a aparentar ser más independiente de lo que en realidad soy. Soy presumida a veces, lo admito.

Visto desde aquí, el suicidio por amor suena lógico. "Soy suya", si él no está más conmigo no tengo porque seguir viviendo porque yo soy suya, sin él no tengo dueño, no tengo rumbo, no tengo motivo. Por frío que suene, por primera vez en veintiún años encontré que algunos suicidios pueden tener cierta lógica.

Ahora, debo confesar que yo si me siento propiedad sentimental de una persona. Soy suya. El lado malo es que él no es mío. A veces me gusta creer que en un momento lo fue, muchas veces me ha dicho que es mío. No le he creído nunca. Yo no se lo dije nunca, pero lo soy. No debería serlo.

¿Me suicidaría por él?

No.

Y esa, supongo yo, es una excelente noticia.

El problema es que en este instante no lo siento así. No porque me quiera suicidar, sino porque siento que mi pertenencia hacia él se ha vuelto demasiado racional para llamarla pertenencia. Me encuentro en una encrucijada, le pertenezco mucho más de lo que me gusta admitir pero no tengo la más mínima intención de entregarle todo de mí. Estoy traicionándole.

Él me traicionó siempre, así que no debería sentir que yo hago lo mismo. Pero él jamás me perteneció, así que si puede hacerlo. ¡No es justo pertenecerle!

Quisiera romper el yugo, la conexión, el eslabón. Quizá con el tiempo. Espero que con el tiempo.

Ya no lo amo, pero le sigo perteneciendo. Talvez sea esa la razón por la cual mi entrega no es completa. Le pertenezco. Yo soy suya.

Y amo a otro, lo amo intensamente por razones completamente válidas. No soy suya. Soy del otro, él es mi dueño, el dueño de mi historia.

El que mi historia escogió como su dueño.

¡Mierda!

21 de julio de 2009

De cuando me volví fan de Coldplay

Coldplay es una banda que me recuerda a alguien en particular : Roy Parker. (no, no es el Roy mi ex, es otro Roy). La verdad es que al momento de escribir estás líneas no tengo la completa seguridad de que Coldplay sea su banda favorita en el mundo, pero sé que al menos alguna canción de ellos le gusta. Le tiene que gustar (te tiene que gustar! No seas e.t.!). Como sea.

Parker, mi enfermo adorado, es una de las personas con mejor gusto musical que conozco, así que gracias a él he conocido algunas canciones que por propia voluntad jamás habría oído y que son geniales. Voy a suponer que en alguno de nuestros instantes compartidos me habló de Coldplay sino, definitivamente no entiendo porque relaciono a la banda con el enfermo. El punto es que si, ok, Coldplay es una buena banda pero para el año 2003 apenas conocía la canción "The Scientist" y básicamente porque había que vivir bajo una roca para no conocerla, pero no fue sino hasta que dejé de ver seguido a Parker en el 2007 que me dediqué a conocer las demás canciones de la banda.

Supongo que de alguna forma quise mantener a mi enfermo cerca mío porque no lo podía abrazar o contarle mis cosas cara a cara, después de tanto aguantarme. Así que sí, soy fan de Coldplay porque soy fan de Parker, lo que puede que ponga mi opinión sobre la banda en un plano bastante subjetivo pero vamos, la banda es buena banda. (¡Merlín, hoy ando super redundante!)

Lo que quiero decir es que el tipo es alguien que me ha demostrado miles de veces que siempre estará ahí para mí, para recoger los pedazos de mí cada que estoy mal, para darme sermones cuando los necesito y para explicarme las cosas que yo no entiendo y él si. También está para decirme insultos cariñosos y recibir los míos, para compartir mis grandes sueños para verme hundirme en mis pesadillas. Y no es la primera vez que escribo de él, espero que no sea la última, creo que no lo séra, sólo espero que para la próxima yo puedo desplegar mis habilidades literarias en hacerlo porque sino, le ando quedando mal muy mal.

Sé que mis tiempos y los tuyos están demasiado enredados, y que en la mayoría de tiempo he sido yo la que ha necesitado de ti, quizá sea por eso que soy una taba en intentar ayudarte y por eso te pido disculpas, mereces que sea tu equivalente y no alguien inferior en escalas amicales.

¡Como sea! Todas las canciones de Coldplay me recuerda a ti, quizá no en un sentido literal pero si que lo hacen, pero supongo que la más apropiada para esta entrada y para decirte que siempre estaré ahí para ti sea la que voy a poner aquí.

When you try your best but you don't succeed
When you get what you want but not what you need
When you feel so tired but you can't sleep
Stuck in reverse

When the tears come streaming down your face
When you lose something you can't replace
When you love someone but it goes to waste, could it be worse?

Lights will guide you home
And ignite your bones
And I will try to fix you

High up above or down below
When you're too in love to let it go
But if you never try you'll never know
Just what you're worth

Lights will guide you home
And ignite your bones
And I will try to fix you

Tears stream down your face
When you lose something you cannot replace
Tears stream down your face
And I

Lights will guide you home
And ignite your bones
And I will try to fix you

Yo nunca olvidaré que eras la única persona en el mundo capaz de verme en mi peor estado y no aterrorizarse de lo que ve. Me alegra no ser para ti el monstruo que a veces yo creo ser y te lo agradezco con el alma.

14 de julio de 2009

¿Eso es bueno?

Vivimos en una época distinta a la de nuestros abuelos y aun con toda la revolución sexual de los 60's, vivimos en una época distinta a la de nuestros padres. ¡Y eso es bueno! Eso es bueno. ¿Eso es bueno?

Fue culpa de la generación de nuestros abuelos (y algunos bisabuelos) el calentamiento Global que hoy nos amenaza, es más culpa de nuestros padres por no hacer caso a los profetas de los 70's u 80's, pero es más culpa nuestra por saberlo, conocerlo y aún con todo; seguir haciendo nada.

Para nuestros abuelos un embarazo no deseado era la vergüenza social, el matrimonio forzado y el hijo sietemesino. Para nuestros padres fue el asumir una paternidad no deseada y en muchos casos el ingreso de una nueva jerarquía social: las madres solteras. ¿Y para nosotros? ¡Ah claro, el ingreso a una clínica abortiva! ¿Ya es el segundo? No te preocupes corazón, con lo irónica que es la vida de seguro cuando si se te antoje ser madre tu matriz aún servirá.

En la época de nuestros abuelos la marihuana y las hojas de cocaína eran las drogas más fuertes, se fueron acostumbrando tanto que para nuestros padres se tuvo que descubrir la heroína o la PBC, ¿qué hicieron para la nuestra? ¡Quememos plástico!

Los matrimonios de antaño duran toda la vida, no importa si no se quieren, o tan si quiera si se respetan, ¡pero duran toda la vida! Nuestros padres fueron valientes (si, yo lo considero una valentía) y dijeron años después de martirio conyugal "No más", soportaron los cotilleos de la gente que aún no aceptaban los conceptos de autorrespeto y autoestima y afrontaron el resto de sus años como los nuevos solteros de su generación, los divorciados con hijos. Nosotros queremos desesperadamente la sensación de no estar solos, tanto lo queremos que nos hemos acostumbrado a la idea de matrimonios descartables, ¡total! ¡Si no funciona, no funciona! No importa que tus amigos ya estén cansados de asistir a tus bodas o ver el mismo notario narrando tus deberes a la sociedad cada que añades un apellido al tuyo.

Somos de una época distinta a la de nuestros padres y abuelos, ¿y eso es bueno?

3 de julio de 2009

Cuando las preguntas se quedan...

Hace unos años corté una relación con bastantes posibilidades de ser buena por miedo. Definitivamente estaba muy chica para lo que me estaba pasando, era obvio y sigue siendo obvio que no sabía nada de lo que me estaba pasando, me agarro el pánico y corté.

Ahora, sé que tuve pánico. En ese día no lo sabía, creí que lo mejor era cortar por lo sano, seguir mi camino y ser —como lo había sido hasta ese entonces— invulnerable.

Ni siquiera era mi primer novio. Recuerdo con nitidez porqué terminé mi primer noviazgo : Conocí al chico con el que corté por pánico. (Lo sé, soy caótica.)

Si lo pienso en mente fría, ese miedo que tenía es bastante lógico. Enamorarse requiere de darse a conocer enteramente, dar a conocer muchos de tus lados débiles, tus caprichos, tus antojos, tus mayores temores, tus pesadillas, tus sueños y demás. Enamorarse requiere volverse un poco vulnerable. ¡Nadie en su sano juicio quiere ser vulnerable!

Ahora, si se piensa con mente ilusionada, esa persona sería incapaz de hacerte daño. Te quiere. Uno no le hace daño a las personas que quiere. No te hará daño. Puedes dar a conocer tu lado más sensible.

Es raro que, a la edad que tenía, haya pensado en la forma fría, después de todo yo era sólo una chiquilla tonta. Como fuere, tomé una decisión que le hizo bien a mi cabeza y que destrozó mi corazón. No se puede estar bien con Dios y con el diablo.

Años y situaciones más tarde me pregunto si realmente debí cortar. La respuesta obvia es NO —lo sé, ¡si tan tonta no soy a veces! —, no debí cortar por ser asustadiza. Debí ser valiente y arriesgarme, después de todo "él me quería", no me iba a dañar y si lo hubiera hecho, entonces si, habría cortado con él, no tendría todas las preguntas que tengo en mi cabeza y todos seríamos más felices.

Pude —y de esto estoy completamente segura— tener la fortuna de ir a cenar a con él y su familia todos los jueves cerca del Callao, pude sentirme protegida entre sus brazos cada que se le ocurriera bailar en medio de la calle, pude pasar muchos Días del Amor su lado y aprender que un cursi osito de peluche o una rosa roja común también podían hacerme feliz. Pude, pude y no lo quise hacer.

Aún con todo lo escrito anteriormente —y lo que no escribí porque sería demasiado masoquista hacerlo—, la respuesta correcta a mi eterna pregunta de "¿Fue correcto lo que hice?" es SI.

Cuando corté esta relación me sobrevino un sentimiento de culpa que se quedó en mí por años, en las conversaciones siempre resultaba yo la culpable de que nuestros destinos fueran tan oscuros, siempre aceptaba yo mi culpa y me sometía a penitencias increíbles. Supongo que a eso se le puede llamar ser víctima por elección. Quería compensar a como diera lugar aquel "error" que cometí de adolescente.

De no haber cortado pude haber vivido un cuento de hadas, si. Pero cometería errores aun más desastrosos ahora, o al menos eso me gusta creer. De haberme quedado con él, seguramente mi album de fotos mental estaría lleno de recuerdos cursis y melosos, pero me habría dolido más la ruptura con él un año más tarde, dos años más tarde, siete años más tarde.

Él tiene, en la historia de mi vida, uno de los capítulos más extraños, tan lleno de "hubieras" como de "¿por qués?".

No sé si un día tengamos la oportunidad de volver a estar juntos. Yo digo que no. No es por falta de esperanzas eh, tampoco porque crea que es una mala persona, quizá es que por fin he dejado de ser culpable de lo que sucedió. Nuestro tiempo fue aquel y si no lo aproveché (mos), pues que pena y que la vida continue. Aunque claro, por otro lado, nunca se puede decir "de esta agua no he de beber".

El pánico me hizo cortar el inicio de mi relación con él y aun a pesar de muchas noches como estás en las que me cuestiono lo que hice, en el fondo sé que tomé la decisión correcta.

22 de junio de 2009

La flor de la Niña

Las sombras de la noche acaricias el final del callejón, la luz de la calle no bastan para iluminar lo que ahí ha acontecido. La soledad impide a los transeúntes darse cuenta de todo el drama que está por desatarse, pasan silenciosos al lado del espectáculo más triste de la historia. Nadie oye el ruido que se ha ocasionado con el acontecimiento, nadie escucha el llanto provocado por tanta tragedia.

- Se ve todo muy muerto ¿verdad? —dice una chica de coleta alta mientras se aferra con fuerza al brazo de su novio.

Él ni siquiera le ha oído bien, está atento mirando hacia los lados, intentando esquivar cualquier posible ladrón. ¿Cómo es posible tanta inercia? No son, ni mucho menos, los únicos que caminan por este lugar de la ciudad, por tanto no son los únicos culpables.

La niña ha muerto.

Mientras la noche avanza los cuerpos que por ahí transitan se vuelven cada vez menos, cada minuto mata la poca vida que por ahí pasa.

Hace un rato pasó un borracho, no era feliz, pero nunca lo ha sido así que no hay de qué preocuparse.

Hace una hora pasó una señora, cerrando bien el abrigo, para que no se noten las caricias de alguien indebido.

Hace un minuto pasó un niño, quizá quiso buscar alguien con quien jugar un rato mientras hallaba fuerzas para seguir con su camino.

La niña ha muerto.

Debe esperar a que la la luz de la mañana llegue con los camiones de la baja policía, debe esperar que el sol esté a punto de darle la bienvenida a un nuevo día para que la descubran. Con una sonrisa hecha de labios violetas, con sus manitas quietas y frías.

¿Cuánto debió esperar la niña?

Aparecerá en la portada del periódico y en futuros días quizá algo sabrán de su familia, dirán que se ha escapado, que renunció a todo. ¿Será que murió de frío? ¿Será que algo malo comió? Pero a la niña nunca más podrán preguntar.

¿Habrá cielo después de la muerte? ¿Habrá algo después de la muerte? ¿La niña mirará todo lo que le sucede?

Verá su cuerpecito siendo descuartizado para saber porqué murió. De frío no ha sido porque no es la estación, de amores tampoco porque es joven el corazón. Nadie sabrá cuál la causa fue y nadie querrá pasar nuevamente por esa calle.

Vuelve a estar solitaria la calle, sin nadie que le preste atención, sobre el lugar dónde estuvo la niña reposa llorando una flor.

La niña sonríe desde un lugar, ella murió de soledad. No creyendo que al morir encontraría compañía.

Pronto la flor morirá, como la niña murió una noche. La luz del alba la guiará a la mano de la pobrecita que nadie miraba mientras la gente olvida que un día anterior por el mismo sendero alguien murió.

Ya nadie se acuerda de la niña, ya nadie siente compasión, total muchos mueren todos los días y muchos de ellos si tenían valor. Ya nada importa.

La niña está muerta.

Sentencia Previa (?) xD

Es díficil vivir en un lugar donde suceda lo que suceda seré culpable, agradezco que no se haya muerto nadie, caso contrario estaría en una prisión con gente desconocida y no aquí, ocultándome a los ojos de los que llamo mi familia por evitar sus miradas inquisidoras.

Quizá me sentiría peor si yo fuera la culpable, o quizá no. Lo cierto es que ya sé que vendrá, cuando descubran que yo no fui, cuando se descubra que si dije la verdad y que no soy la culpable de la hecatombe familiar, mi puerta ya no será tocada para preguntarme del tema... me dejarán en paz.

Nadie me pedirá disculpas, lo sé, no es la primera vez que sucede algo así. Tampoco es que las quiera, no las necesito. Prefiero que confíen en mí en lugar de esperar a pruebas para hacerlo.

Todo lo anterior me lleva a mi motivo de amargura, porque pensé que había confianza, porque me gustaba creer que había confianza. Ya me di cuenta que no. Yo no confío más en ellos. Ni un poquito.

¡Ahora sí que podrán quejarse con justa razón de qué no les diga nada!

De todas formas ya tengo condena, me enviarán lejos si resulta que no encuentran pruebas de mi inocencia, porque pruebas de mi culpabilidad tampoco tienen, ¡sobretodo porque no existen! Como sea, de no encontrar el culpable, seré yo, eternamente yo. Que he sido y soy culpable de muchas cosas, pero de esta en particular. NO.

Supongo que han de creer que si me encierro en mi habitación es por la culpa, pero no, es por la rabia. Me da rabia verlos, no quiero que me vean, no tienen derecho a verme, ni siquiera a hablar conmigo. ¡Que se vayan al demonio todos!

Según lo que dicen mañana se sabrá la verdad, entonces de todas formas no saldré de mi cuarto. Porque no me pedirán disculpas así que, ¿qué caso tiene? A mí la rabia no se me habrá ido.